jueves, 23 de mayo de 2013

CICLISMO EN CRISIS. LA GRECIA CLÁSICA NOS MUESTRA EL CAMINO: LA NECESARIA CATARSIS POR MEDIO DE LA ANAGNÓRISIS



     Asistimos a un aluvión informativo de episodios que relacionan el ciclismo profesional con el dopaje, con declaraciones voluntarias de ciclistas que vinculan su carrera deportiva con su practica y el goteo de casos de ciclistas que siguen dando positivo con las viejas sustancias y con las de nueva aparición, haciendo creer que la práctica del ciclismo profesional es consustancial con el dopaje. 
Esta situación tiene efectos múltiples. Desde el inmediato, que es un profundo descreimiento por parte de los aficionados hasta la pérdida de patrocinios, supresión de carreras, e incluso propuestas de que el ciclismo sea apartado de las olimpiadas.
Surgen ya las primeras reacciones organizadas, con diversas iniciativas para abordar profundos cambios que sean percibidos como verosímiles por los aficionados, que den lugar a un ciclismo creíble y que permitan recuperar como principio inmutable la ética deportiva en su práctica.
     A veces las circunstancias más extremas producen soluciones aceptables. Ya estamos, a mi juicio, en una situación extrema, que es percibida por muchos como una tragedia. Y si, creo que es una tragedia, pero la propia palabra y su concepto clásico helenístico puede dar el punto de partida para el comienzo de una nueva era para el ciclismo.
     La humanidad en general y Europa en particular deben mucho a la Grecia clásica. La cultura helenística nos da lecciones sobre el comportamiento humano que aún siguen vigentes en nuestros días.
El género teatral por excelencia de los antiguos griegos era la TRAGEDIA. Solo se conservan 32 completas (Sófocles, Esquilo, Eurípides). 
El primer estudio crítico de la tragedia se encuentra en la "Poética" de Aristóteles. Para él en la tragedia está la facultad de redimir o purificar al espectador de sus propias bajas pasiones, al verlas proyectadas en los personajes de la obra, y al permitirle ver el castigo merecido e inevitable. Después de presenciar la obra se entenderá mejor a si mismo y no repetirá la cadena de decisiones que llevaron a los personajes a su fatídico final.
Esta facultad es la CATARSIS (Katharsis), purificación en griego antiguo. Permitirá, una vez entendido el problema causante de la tragedia, que no se vuelvan a repetir los hechos que la causaron. Para Aristóteles la tragedia promueve, a través de la catarsis, formas adecuadas de interacción moral.
     El motivo principal del infortunio en las tragedias es la HYBRIS, término que carece de traducción exacta en las lenguas modernas. Su ámbito semántico puede incluir significados de orgullo desmesurado, soberbia, insolencia, desmesura, falta de prudencia, altanería, arrogancia, prepotencia, vanidad, confianza excesiva en uno mismo, etc. La hybris hace a los mortales creerse superiores a los dioses, o que no los necesitan. Aludía a un desprecio temerario hacia el espacio personal ajeno, unido a la falta de control sobre los propios impulsos. Para Sófocles es también la transgresión de los límites. Para Hesíodo ("Teogonía") es la causa de la desventura de los hombres.
Se consideraba como el más grave de los defectos y la causa fundamental de los infortunios. La persona que comete hybris es culpable de querer más de lo que el destino le asignó, de desear más que la justa medida que el destino le asigna.
En un concepto actualizado supone la acción contraria a derecho, que perjudica a alguien o a uno mismo, en oposición a la "Themis" que es la autoridad de derecho y a "Diké" que es el cumplimiento de la justicia.
El concepto opuesto a la hybris es la SOFROSINE (sophrosyne), la moderación, templanza, justa medida, cordura.
La catarsis es el medio por el cual los espectadores pueden evitar caer en la hybris. El castigo de la hybris es la NÉMESIS, el castigo de los dioses, que tiene como efecto devolver al individuo dentro de los límites que cruzó.
     Uno de los puntos esenciales de la trama literaria, el momento crucial de la obra, es la ANAGNÓRISIS (en griego antiguo: reconocimiento, revelación, reconocimiento). Es el momento en que todo se revela al protagonista, con efectos demoledores, pasando de las sombras y el desconocimiento a la luz. Describe el instante de revelación en que la ignorancia da paso al conocimiento. Esta revelación o descubrimiento da un giro a la trama. La anagnórisis y la trama argumental están perfectamente interrelacionadas en la evolución hacia el desenlace de la obra, bien trágico, bien feliz.
Se suele dar cuando el personaje descubre alguna verdad sobre si mismo, lo que suele ocurrir tras una cadena más o menos compleja de vicisitudes, ya sea cuando  es reconocido por los otros,  ya sea por medio de un autorreconocimiento de su verdadera identidad. Descubre así datos esenciales de su conducta, lo cual le obliga a hacerse una idea más exacta de si mismo y lo que le rodea. La revelación de esta verdad cambia la perspectiva y la reacción permite un final  que puede ser feliz.
Aristóteles ofreció en su Poética una excelente teorización explicando su funcionamiento. La anagnórisis es un recurso de ficcionalidad que actúa en dos planos, por un lado contribuye al desarrollo de la acción y a la resolución del conflicto y por otro actúa originando una emoción empática sobre el espectador al ser capaz de proyectar sobre él emociones y sentimientos que contribuyen al reconocimiento de su hybris.
Para Aristóteles el momento ideal para la anagnórisis es la PERIPECIA (peripétia, giro de la fortuna). En un momento crucial, todo se revela y se hace claro para el protagonista, con efectos que pueden ser demoledores.

     Aplicamos estos conceptos a la situación actual del ciclismo profesional. El infortunio viene originado por el dopaje, motivado por la Hybris (la desmesura, la soberbia, la vanidad, la arrogancia), que hace al ciclista transgredir los límites. Aparece entonces la Némesis, la sanción por dopaje. Ahora estamos en el momento crucial, en la Peripecia, para realizar la Anagnórisis necesaria para la consecución de un final feliz, propiciando el reencuentro con la ética deportiva, devolviendo a cada personaje-ciclista a los límites de rendimiento que el destino (genética) le tiene fijado, a su justa medida.


David Owen, neurólogo y exministro británico ha publicado un ensayo en el que describe la borrachera de poder que padecen algunos dirigentes: "In Sickness and in Power. The Hybris sindrome". ("En el Poder y en la Enfermedad. El síndrome de Hybris").

Nick Fisher, profesor de Historia Antigua en la Universidad de Cardiff, ha publicado "HYBRIS: A Study in the values of honour and shame in Ancient Greece". ("HYBRIS: Un Estudio sobre los valores del honor y la vergüenza en la Grecia Antigua").

EL CICLISMO PROFESIONAL PRECISA UNA CATARSIS, Y AHORA ES EL MOMENTO PRECISO PARA LA ANAGNÓRISIS.

          "A aquel a quien los dioses quieren destruir, primero lo suben al monte más alto de la soberbia, luego lo embriagan de poder, le ciegan los ojos, le llenan de soledad en medio de un mar de aduladores, y al encontrarse solo, descubre que no se soporta a si mismo. El caerse ya solo es cuestión de tiempo".
Eurípides

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