miércoles, 19 de diciembre de 2012

CICLISMO EN CRISIS. APUNTES PARA LA REFLEXIÓN Y EL DEBATE

Dr. Xoán Manuel Bastida

El ciclismo es un deporte de una gran belleza, con muchos seguidores, actualmente en una fase de expansión por todo el mundo, dañado en su credibilidad por las prácticas de dopaje de unos pocos, -pero muy famosos- ciclistas, médicos, directores y managers.
Por haber sido médico de equipos profesionales, y por sufrir la experiencia de ser sustituido como médico del equipo Xacobeo Galicia durante la Vuelta a España del 2009 (en la 4ª estapa) por un médico implicado en casos de dopaje (Alberto Beltrán, "operación Skype"), contratado por los dirigentes del equipo (ver documentación demostrativa en blog: abril 2012), me considero autorizado para dar mi opinión sobre la situación actual y ayudar a la necesaria reflexión y toma de medidas para salir de la actual crisis de credibilidad en que está inmerso el ciclismo.


APUNTES PARA LA REFLEXIÓN Y EL DEBATE

El ciclismo está atravesando una situación crítica, de total descrédito público, en la que está en juego su futuro. Nunca como hasta ahora, a pesar de los cíclicos affaires de doping, se había puesto tanto en cuestión su funcionamiento ético y sus estructuras.
Y todo ello condicionado por el "caso Armstrong-USADA", que ha actuado como detonante para generar un impacto tremendamente negativo, no solo en el mundo del ciclismo y el deporte en general, sino también en la sociedad.
Armstrong se ha convertido en un icono incorporado ya al imaginario colectivo, primero como un personaje casi de leyenda por su lucha contra el cáncer y sus éxitos deportivos, y ahora como la encarnación y el paradigma del fraude deportivo a través del dopaje.

Estamos asistiendo a una sucesión de declaraciones de exciclistas o de ciclistas en el tramo final de su carrera deportiva admitiendo sus prácticas de dopaje, por lo tanto declarando el fraude cometido, del cual se han aprovechado económicamente en detrimento de los otros ciclistas que compiten cumpliendo con las normas.
Dicen que con sus declaraciones persiguen la regeneración del ciclismo, deporte que ellos tanto han dañado, pero sin aportar alternativas para conseguirlo. Si en verdad están tan arrepentidos de su acción, deberían donar el dinero ganado de forma fraudulenta para por ejemplo ayudar a la lucha antidopaje, o la creación de una fundación para ayudar a exciclistas con problemas económicos. Pero más bien parece que su único interés reside en cumplir venganzas personales y seguir obteniendo beneficios económicos, ahora con el antidopaje (entrevistas, conferencias, libros de memorias, etc.).
Estas declaraciones y los casos presentes y pasados de dopaje, junto al silencio de la gran mayoría de los ciclistas, técnicos y directores, genera un impacto negativo en la sociedad, en la que se establece la idea de que el doping es consustancial con la práctica del ciclismo.

En esta situación de crisis surgen "grupos de presión y opinión" que pretenden arrogarse la facultad de solucionar todos los males. Alguno de ellos, a mi entender, en realidad únicamente se plantea la toma del poder en la Unión Ciclista Internacional (UCI), en la cual proyectan la responsabilidad de todo lo sucedido, y la aplicación de una amnistía a los confesos de dopaje. Pueden vislumbrarse también en sus componentes viejas rencillas personales. Alguno de sus destacados miembros se aprovechó antes de las deficiencias del sistema para doparse impunemente, y ahora pretende seguir aprovechándose de la lucha antidopaje.
Una amnistía supone el olvido legal de los delitos cometidos y la extinción de la responsabilidad de sus autores. Supone un agravio a la mayoría de los ciclistas y técnicos que cumplen con sus obligaciones éticas, y en muchos casos han sido perjudicados económicamente por los que las incumplían, llegando incluso a perder su trabajo. Con la amnistía no solo son perdonados sino que incluso son rehabilitados para el deporte que tanto dañaron.
Su concesión implica además aceptar que las normas y legislaciones existentes no eran las adecuadas, o los organismos que las dictaban y ejecutaban no lo hacían con las suficientes y necesarias garantías de justicia y equidad, lo que en el caso de los que la proponen, que las vulneraron repetidas veces según propia confesión, no parece ser cierto.

No se puede justificar la crisis con la mala actuación de la UCI, porque no es cierto, ni tampoco en la generalidad los ciclistas, médicos, técnicos y dirigentes de los equipos, porque tampoco es cierto.
No se puede culpabilizar a todo el colectivo ciclista. La responsabilidad de los aspectos más negativos recae en unas pocas personas, ya que la crisis viene motivada por unos pocos ciclistas famosos que se dopan (y posiblemente hayan conseguido la fama gracias al dopaje), cuatro o cinco médicos a los que acudían todos ellos (sobre todo dos), y algún manager y director de equipo.

El ciclismo es un deporte que siempre ha estado y está actualmente en la vanguardia de la lucha antidopaje. La UCI ha sido pionera en la aplicación de las medidas de control posibles de acuerdo con la tecnología de detección de sustancias existente en cada momento, desde el seguimiento médico obligatorio y los controles sanguíneos (por sorpresa y al comienzo de las grandes vueltas) a la implantación del pasaporte biológico.
Está claro que hubo y hay áreas de ineficacia, motivadas por la escasez de recursos técnicos y económicos y por la imposibilidad de la detección de las nuevas sustancias que van apareciendo.

El sujeto principal del dopaje es el propio ciclista, por eso tiene que desempeñar un papel central en el objetivo de conseguir un ciclismo sin doping, y en él hay que focalizar primariamente las medidas de la lucha antidopaje.
Los ciclistas están inmersos entre los intereses financieros de los patrocinadores, managers y técnicos, y sus propios intereses económicos. Pero no son personas inocentes e indefensas a las que se pueda engañar o manipular. Cuando se dopan, la mayoría de las veces acudiendo a médicos ajenos a los de su equipo, son plenamente conscientes de lo que hacen y porque lo hacen. De la misma forma, los directores y managers cuando lleven a sus ciclistas  a esos médicos, también son conscientes de lo que hacen y porque lo hacen.
El ciclista puede haber cometido un error al usar por desconocimiento un medicamento que le ocasionó un positivo, y esta situación está contemplada en los reglamentos; pero no hay error cuando paga una importante cantidad de dinero por prácticas de dopaje, en este caso lo hace conscientemente para beneficiarse y perjudicar con el engaño a sus rivales.
Cuando un ciclista se dopa está dañando a todo el colectivo, por eso no se puede ser indiferente o benévolo con los defraudadores. Tienen que ser castigados según las normas establecidas, e incluso ser declarados "persona non grata" para el ciclismo y el deporte en general.

En un contexto tan deteriorado, que genera una gran contestación social no solo en el ámbito deportivo, se hace inevitable la adopción de medidas que permitan intervenir en todos los ámbitos a la vez: ciclistas, médicos, técnicos, managers, equipos, patrocinadores y UCI, con el objetivo de buscar una salida a la crisis que impida que se puedan repetir situaciones como las que la han causado.
La cuestión no solo es "que hacer", sino también "como hacerlo", para actuar con eficacia y eficiencia. Deben realizarse propuestas positivas, debatidas y consensuadas, que vinculen de modo eficaz a todas las partes implicadas.

Hay un punto de partida aceptado universalmente: las normativas de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), el Código Mundial Antidopaje, y el actual reglamento de la UCI. A partir de aquí, todas las aportaciones deberían tenerse en cuenta para el oportuno debate.
Me parecen muy positivas las propuestas realizadas por el Movimiento para un Ciclismo Creible, con las cuales estoy de acuerdo, aunque solo proponen medidas coercitivas, y se necesitan también medidas preventivas.

La prevención debe establecerse en tres niveles de acción: Prevención primaria, Prevención secundaria y Prevención terciaria.
La prevención primaria viene dada por las medidas destinadas a disminuir la probabilidad de utilización de sustancias dopantes. Estas medidas deben actuar sobre los factores que induzcan al ciclista al dopaje. Se diferencian en dos tipos: las medidas de promoción de la salud y prevención del dopaje, y las medidas de protección del ciclista.
Las medidas de promoción de la salud y prevención del dopaje se realizan sobre el ciclista. Se pretende que adopte estilos de vida saludables y un concepto ético de su actividad, mediante intervenciones educativas y formativas.
Las medidas de protección deben realizarse sobre la práctica concreta del ciclismo, y deberán dirigirse a controlar los factores causales del dopaje: duración de los contratos, sistema de valoración del rendimiento individual y del equipo (puntuación), incentivos por las victorias, competiciones, etc. La victoria no debe ser lo único que se valore.
La prevención secundaria actúa cuando el estímulo inductor al dopaje ha sido efectivo por fallar las medidas de prevención primaria. Esto debe ser detectado en el equipo por medio de sus controles internos, con la adopción de las medidas oportunas en cada caso.
La prevención terciaria supone la aplicación de medidas sancionadoras una vez que el ciclista ha tenido un resultado de dopaje positivo. Estas medidas tiene que ser ejemplificadoras, no solo por el castigo que suponen, sino también porque la UCI o el organismo que las dicte explique detalladamente las consecuencias que sobre la salud pueda tener el uso de la sustancia o método utilizado.
Es importante que cada vez que un resultado positivo es cuestionado por el ciclista, se responda por el organismo competente con razones científicas, que deben ser públicas.







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